A dos amigos se aparece un oso:
El uno, muy medroso, en las ramas de un
árbol se asegura; el otro, abandonado
a la aventura, se finge muerto repentinamente.
El oso se le acerca lentamente;
mas como este animal, según se cuenta,
de cadáveres nunca se alimenta,
sin ofenderlo lo registra y toca.
Huélele las narices y la boca, no le siente
el aliento ni el menor movimiento,
y así se fue diciendo sin recelo:
—¡Este tan muerto está como mi abuelo!
Entonces el cobarde, de su gran amistad
haciendo alarde, del árbol se desprende
muy ligero; corre, llega y abraza al compañero.
Grande la fortuna de haberle hallado
sin lesión alguna y al fin le dice:
—¿Sabes que he notado? que el oso te decía
algún recado. ¿Qué pudo ser?
—Te dire lo que ha sido: estas dos
palabritas al oído:
“Aparta tu amistad de la persona
que si te ve en el riesgo te abandona"
(Moraleja)
Autor:
Félix M. Samaniego
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