domingo, 19 de mayo de 2013

No oigo, no oigo: soy de palo.

No oigo, no oigo: soy de palo


Luisito era un niño muy enojón. Por
todo se enojaba.
Pero cuando más se enojaba era cuando
le pedían hacer mandados, dar recados
o cuidar a sus hermanitos.


Cuando le hablaban, Luisito se
tapaba las orejas y decía: -No oigo,
no oigo:soy de palo.
Y con eso hacía el tonto.
Luisito se enojaba tanto que pensaba:
-Ojalá que ya nadie me hablara.


Y un día, Luisito amaneció con mucha
fiebre. Le dolían mucho los oídos y no
podía oír lo que decían los demás.
Prendió el televisor para ver los
artistas, pero no pudo oír nada.
Entonces se preocupó mucho.


Vino el doctor a verlo y le recetó gotas
y pastillas.
Luisito duró ocho días sin oír nada.


Luisito estaba muy triste por que
estaba enfermo.


No podía salir a jugar y no podía oír a
los demás.


A los ocho días Luisito se alivió. Luisito
estaba muy contento.
Y desde ese día, nunca volvió a decir:
-No oigo, no oigo: soy de palo.

Libro de lecturas de primer grado (el de la portada del perrito)

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