Habiendo entrado de noche un ladrón en una casa; empezó a ladrar
el perro que había en ella, y, para que callase, el intruso le echó
un pedazo de pan. Entonces le dijo el perro, con evidente filosofía:
-¿Por qué me das este pan? ¿Para hacerme un obsequio
o para engañarme? Si matas o robas a mi amo y a su familia,
aunque ahora me des pan para que calle, luego me dejarás
morir de hambre. Por tanto, más me conviene ladrar
y despertarlos que comerme el pedazo de pan que me ofreces.
No creas, pues, que he de dejarme engañar tan fácilmente
por alguien como tú.
Esopo.
Moraleja
Muchos arriesgan la vida por un fugaz beneficio.
El que no tiene prudencia abandona lo mucho
por lo poco. Siempre hay que sospechar de
los beneficios que ofrecen los malvados.
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